Este conjunto de obras puede dar la impresión de un cambio abrupto; en realidad, no es más que la persistencia de un comportamiento de experimentación continua con el riesgo de equivocarse, pero también con las alegrías de la aventura, desarrollando, siempre a base de parámetros preestablecidos, algunas de las múltiples posibilidades de cada camino. Así se explica lógicamente la diversidad de mi producción. Esa diversidad es, para mí, fundamental. Responde a una actitud de investigación.
De todos los diferentes aspectos de mis investigaciones, siempre hay algo de «no cerrado», de abierto, que requiere un desarrollo ulterior. Los diferentes aspectos son como caminos: a veces independientes, otras paralelos; a veces se cruzan, otras dan lugar a pequeños senderos o a otros caminos. Así, cada nuevo conjunto tiene sus raíces en lo que ya hice.
Es lo que ocurre con el conjunto actual, que se injerta en el espíritu de los primeros relieves de 1960 y particularmente en ciertas obras de la serie de los catorce colores de los años setenta, que llamaba Volumen virtual.
Las obras actuales no son virtuales. Son bien reales, con la presencia contundente del acero inoxidable; aunque esta materia, con su superficie satinada, se presta por su manera de someter la luz a múltiples cambios.
Si de «volumen virtual» suprimo «virtual», queda «volumen». Volumen puede emparentarse con la idea de escultura tradicional, con sus formas plenas que detienen la mirada.
Las obras aquí presentadas en el castillo de Boldeniga dibujan un volumen en el espacio, pero un volumen atravesado por la mirada. Es como un volumen en línea de puntos, al que se añaden las múltiples líneas de puntos de su construcción interna que delimitan un espacio cambiante del exterior y del interior.
Hace algunos años, en Madrid, el profesor Portela, al analizar algunas de mis obras de la familia de las alquimias, puso de manifiesto el aspecto ambiguo de estas pinturas. A primera vista, vio en ellas algo que se emparentaba con un «caos cósmico»; luego descubrió la rigurosa y simple estructura que le daba origen. Así se establecía un juego visual y mental que oscilaba entre la norma y la confusión (caos). Juego entre la estabilidad y la inestabilidad. Movimiento de la mirada y del entendimiento en busca de inútiles puntos de referencia.
En la búsqueda de un título genérico, que más o menos integre las características de estas obras, como tenía dudas sobre el título «esculturas» y no quería caer en algo esotérico, pasé revista a algunas palabras: volumen, espacio, ambivalencia, caos, inestabilidad, línea de puntos… puedo añadir: trampa de luz, o volumen atravesado o escultura en línea de puntos o espacio fraccionado o incluso antiescultura o no escultura o casi escultura o, finalmente, «hacia la luz».
Julio Le Parc, Boldeniga, agosto de 2004.